El pasado miércoles tuve la oportunidad de asistir al photocall de la película «No llores, Vuela«. Todos los photocalls son más o menos iguales, pero este sí tenía algo especial con la presencia de Jennifer Connelly. Si hubiese sido uno «normal», con la gripe + garganta ardiente que tenía, me hubiese quedado en casa.
Siempre me gustó esta chica. Quien me hubiese dicho a mí, que casi 30 años después de Dentro del Laberinto (si no la has visto ya estás tardando, y suma Cristal Oscuro a la ecuación) un día la podría conocer.
A pesar de ser un photocall tenía ganas de hacer algo distinto, al menos realizar una toma más personal. Pero la cantidad de fotógrafos, rapidez con la que sucede todo … y como va siendo habitual … con una iluminación pésima de la localización … poco se podía hacer.
Al final sí que puede hacer algo un poco distinto. La pongo aquí, pero sí que me quedé con esa sensación «de la foto que nunca hice».
Cuando ya estaba terminando el photocall resultó que ella se iba por el mismo lado donde yo estaba ubicado, cerca de unas escaleras. Y no sé la razón, pero en vez de salir corriendo (lo actores de Hollywood son muy profesionales y siempre dan la mejor cara, pero siempre salen corriendo), se quedó en las propias escaleras. Estarían esperando el transporte, descansando, o no sé …
Y justo antes de que el equipo de seguridad apareciese para rodearla hubo unos segundos que me quedé solo frente a ella. La iluminación peor que la del propio photocall, ella apoyada en la pared (me parecía con gesto de cansada) y la poca luz que había la iluminaba de una forma muy característica. La verdad es que me pareció guapísima y una foto de esas que tienes que hacer sí o sí.
Sin embargo, según apunté la cámara me miró. E igual esto es película mía, pero parecía decirme «no, más fotos no».
Así que bajé la cámara y me fui.
Podría haber tomado la foto, la tengo grabada en la memoria, pero no.
Pasará a engrosar la lista de las «fotos que nunca hice» … y ya la lista es muy grande …